"Solamente dos legados duraderos aspiramos a dejar a nuestros hijos: uno raíces...el otro, alas"

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miércoles, 12 de octubre de 2016

Resiliencia, la esencia inmarcesible

“Dotar a la vida de un sentido es lo que diferencia existencia y vida, momento o historia, trascendencia u olvido. Es lo que define si eres capitán o barco, veleta o viento. Es, en resumidas cuentas, la respuesta a “qué pinto yo en este alboroto llamado mundo”.

No es que me haya vuelto filósofa en este tiempo en que he estado desconectada de mi blog. Tan solo - y nada más y nada menos- la vida me ha tenido ocupada, siendo veleta y barco, dejándome llevar por unas circunstancias, algunas elegidas y otras no tanto.

En estos meses de retiro ha habido tiempo para todo. Para la alegría compartida que nos invade cuando las personas más importantes de tu vida ven cumplir sus proyectos o simplemente te hacen reir, soñar, disfrutar de su presencia y su existencia. También ha habido pérdidas muy importantes en este tiempo. La más grande ha sido sin duda el perder a mi querida figura de apego en la infancia, referente absoluto, padre incondicional y respetuoso, piedra angular de mis primeros años y fiel estrella que me acompañará siempre.

La vida da para mucho en poco tiempo…Muchas veces he pensado en retomar las entradas de mi blog sin encontrar el cómo ni el cuándo. El estrés laboral lo ha ocupado todo. Digamos que mi faceta bloguera ha estado en barbecho, no ha podido producir en este período (aprovecho para agradecer a los lectores del blog la gran cantidad de visitas que habéis seguido manteniendo pese a no haber actividad).Pero hoy por fin me he decidido a ser de nuevo capitán, a redirigir mis energías administrando de nuevo aquello que me hace sentir bien. Vuelvo a ser viento, a soplar difundiendo aquello que me gusta y por lo que adquirí un compromiso, a hablar de la resiliencia infantil y su promoción.

La vida es un camino de encuentros y hoy, volver a encontrarme a mí misma en el muro de mi estimado amigo y colega José Luis Gonzalo Marrodán ha encendido la chispa de nuevo. Gracias amigo, has logrado re-animarme con tu recuerdo.

Dos cosas quisiera compartir hoy con vosotros. La primera, en un intento de dar sentido y significado a este blog que calienta motores, es la definición de resiliencia infantil.

“La resiliencia infantil, es una capacidad que los niños y los adolescentes pueden desarrollar cuando sus recursos naturales se desarrollan y se potencian gracias a las competencias y habilidades de adultos significativos que satisfacen sus necesidades y les respetan como sujetos de derechos . Así definen mis estimados Maryorie Dantagnan y Jorge Barudy la resiliencia infantil. Ellos supieron transmitirme el interés y admiración por el tema. Gracias a ellos mi labor como psicóloga de familia e infancia dio un giro muy positivo, ayudándome a mirar con la lupa de los buenos tratos, con la mirada comprensiva y realista hacia quienes cada día se muestran ante mí como personas vulnerables, en ocasiones con etiquetas que tapan historias incontables y que comparten conmigo confiando en que un cambio es posible.

Otra definición de resiliencia en la infancia viene de la mano de Boris Cyrulnik: “La resiliencia del niño se construye en la relación con el otro, mediante una “labor de punto” que teje el vínculo. La comunicación intrauterina, la seguridad afectiva desde los primeros meses de la vida y, más tarde, la interpretación que da el niño a los acontecimientos son otros tantos elementos que favorecen la resiliencia. Preciosa definición que nos habla de ese ir tejiendo afectos, bordar relaciones desde el nacimiento pero también a lo largo de la vida. Y como no, del sentido o interpretación que se da a las experiencias, de las narrativas personales que se convierten en historias reinventadas cuando la resiliencia secundaria aparece, transformando el dolor en algo con lo que se puede vivir, integrando vivencias y organizando emociones.


Finalmente y desde la humildad que deben tener mis palabras al lado de profesionales tan grandes como los anteriores, os comparto la definición que hace tiempo elaboré acerca de la resiliencia infantil:

"Resiliencia infantil es el proceso que hace posible el despliegue de los recursos personales del niño o niña para afrontar adversidades de tipo personal, familiar o social gracias a la presencia (real o sentida) de adultos sensibles que de forma consistente y coherente permanecen atentos a sus necesidades e intereses, ofreciéndoles afecto, escucha, consejos y límites a su conducta, de manera que puedan desarrollar un sentimiento de pertenencia a un grupo donde sentirse amados/as, consciencia de su propio self y de su realidad y la capacidad de poder experimentar vivencias que favorezcan su autoconocimiento y regulación. Todo ello, si se da desde los primeros años hace que puedan desarrollar actitudes y aptitudes inteligentes que les permita adaptarse y superar dificultades y retos mediante el aprendizaje de competencias para la vida a partir del desarrollo de la resiliencia primaria. En caso contrario, siempre queda la esperanza que el niño o niña encuentre en su camino tutores de resiliencia que le ayuden a retomar su proceso de desarrollo gracias a la resiliencia secundaria que surge de la relación intersubjetiva y genuina."  

Otra aportación que quería haceros hoy es una palabra poco conocida, pero muy interesante.

La palabra es INMARCESIBLE.  Me la regaló mi princesa guerrera, una joven resiliente, ejemplo de fortaleza y de transformación. Significa “que no se puede marchitar”, y marchitar a su vez quiere decir "hacer que una persona pierda la belleza, la fuerza y vitalidad". Pensaréis qué tiene que ver con la resiliencia: tampoco se marchita y se acaba nunca la capacidad de los niños y niñas de atravesar adversidades y salir fortalecidos, transformados. Puede que escojan mecanismos de defensa para protegerse de entornos inseguros o amenazantes, y que por ello se muestren agresivos, sumisos, ausentes, complacientes, se inventen amigos imaginarios o cualquier otra forma de poder seguir estando en el mundo.


Inmarcesibles, inmarchitables, resilientes. Solo necesitan adultos que rieguen con afecto sus heridas si han sido dañados. Jardineros atentos y sensibles llamados también tutores de resiliencia. 

Inmarcesible también el recuerdo de los buenos tratos guardados en la memoria implícita desde los primeros momentos y posteriormente, con la aparición del lenguaje, en forma de narrativa, de imágenes, palabras, afectos y emociones que van configurando desde incluso antes de nacer la forma en que nos vamos a relacionar con los demás en las etapas posteriores de la vida. Si se va forjando un apego seguro este recuerdo inmarcesible hará que la persona disponga de las herramientas necesarias para desenvolverse en la vida desarrollando la sociabilidad, el amor a los demás y así mismo.

Resiliencia es entonces la esencia inmarcesible del niño o niña que le invita al crecimiento y transformación, a la esperanza, a confiar en el despliegue de sus capacidades y, en definitiva, a caminar por la vida sabiendo que a su paso encontrará adultos que hagan germinar su semilla.

1 comentario:

  1. Gracias Conchi, de lujo. Un enorme y grato placer leerte de nuevo. Te envío mi cariño, admiración y un fuerte y cariñoso abrazo.

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